No en todas las cosas va encendida mi infancia
no todo está en su lugar,
pues también le arranqué las alas a las abejas
y pensé
que iba a brotar la miel de su vientre
cuando
yo estaba en una algarabía
en los desiertos
que arrastro
y aquí se humedecen
tempestuosos.
Entre arboledas y brumas
y frías mañanas
evoco el dulzor del sol
y el lodazal
que escurre hacia el mar.
Mujer de acá, de allí
y de más allá,
palabras que se expresan
por el ovillo generoso
de haber entregado su hebra hasta
la sombra que va perdiendo
la melopea,
y cada vez su sonrisa se esfuerza más
en permanecer.
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