miércoles, 20 de abril de 2011

ANDRÉS MORALES (Santiago, 1962): Poeta. Licenciado en Literatura y Doctor en Filosofía.





ANDRES MORALES


Poeta. Nació en Santiago de Chile en 1962. Es Licenciado en Literatura por la Universidad de Chile y Doctor en Filosofía y Letras con mención en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Barcelona (España).

Ha publicado dieciséis libros de poesía: Por ínsulas extrañas (1982); Soliloquio de fuego (1984); Lázaro siempre llora (1985); No el azar/Hors du hasard (1987); Ejercicio del decir(1989); Verbo (1991); Vicio de belleza (1992); Visión del oráculo (1993); Romper los ojos(1995); El arte de la guerra (1995); Escenas del derrumbe de Occidente (1998); Réquiem(2001); Antología Personal (2001); Izabrane Pjesme (Poesía Reunida, 2002); Memoria Muerta (2003) y Demonio de la nada (2005).

Poemas extraidos de la página revista LA PATA DE LIEBRE, Chile.
Director: Aristóteles España - www.lapatadeliebre.cl/

   


SOY EL NUEVO CIUDADANO DE LA MUERTE

Soy la patria del dolor y su cuchillo

(Del libro Lázaro siempre llora. Santiago de Chile, 1985)

                                                               (Adriático en Dubrovnik)

Este mar    este mar    Este Mar

Único   perfecto   conjugado
navegándose perpetuo en su descanso
ceremonia   rito de lenguaje

He aquí el rostro de las horas
el brazo que recorre y no respira

(Yo he visto como el sol en su cadencia
adivina el arrebato   la partida)

Argonautas que regresan con manzanas
lirios   islas en las manos
y el peso de mis ojos en su viaje

Aquí el mar completo en su desnudo
frágil   terrible   cuerpo entero

Aquí converge el sueño por su sangre
y rompe el sol su centro presentido

                                 (A Jaime Siles)

*

Todo es habla que persigue palpitándose en lo dicho
Todas estas grandes bocas que pronuncian   ciegas todas
estos largos circunloquios   estas anchas sinalefas
Y nos marcan   nos señalan   nos acusan   nos inundan

El paisaje no ha cambiado

Y son otras las palabras

(Del libro Ejercicio del decir. Santiago de Chile, 1989)


ORÁCULO

-No hay azar más claro que el iris de mi ojo,
pregunten a los hijos que van llorando tierra,
deténganse en el mar a respirar su vuelo
si el sol es transparente y gime y no aparece.

La adivina cierra sus ojos y crepitan
los dientes y su lengua, malhumorada, seca.

-La rueda vuelve siempre al centro de su cielo
y todo se detiene y habla y permanece.

-Desnuda en el desván irá tejiendo siempre,
tal vez nunca regrese su amante de la guerra
y bailarán los años y sin reconocer
los trozos de metal, la columnata, el mar.

-Después veo silencio y un grito despiadado.
La sangre descubrió su propio peso hueco.
Más allá un incendio y el caballo cónsul
y mártires que huelen a gloria antojadiza.
...Hay nubes en mis cejas y peces,
hay planetas...
Puedo ver la huella cómo se desfigura y cae.
La luna se avecina, el ángel se avecina.
Dos mil campanas hieren, se clavan en mi oído
y Jericó se rinde y el águila perece
mientras el toro huye detrás de los leones.


Penúltimas noticias, los heraldos corren:
Ha caído Roma, Tenochtitlán el Cuzco.


-Otra vez el llanto recorre mis anillos.

-La policía aguarda detrás de las murallas,
no hay escapatoria, me arrastran con azufre,
me fuerzan, me condenan, me besan en la cara.

-¡Alejen los espejos, aviven ese fuego!

-El hambre me conmueve y siento como vuelan
los cuervos en mi boca, enloquecidos míos.

-¡Por qué jamás anuncio lo que se escribe ayer!

...Hay nubes en mis manos,
recuerdo sólo el mar...

                                          (A Gonzalo Rojas)


LOS VIDENTES

Todos íbamos a ser Rimbaud.
Todos íbamos a ser Artaud.
Todos íbamos a ser Edgar Allan Poe.

Lo que pasa es que ni Verlaine,
ni un poeta menor, ni aquellas líneas
del pequeño escribano de la corte.

Nada, ni en el aire, ni un poema:

Todos íbamos directo al matadero.


POEMA DEL SECRETO


Déjame la voz, te doy el canto,
déjame lo oscuro de la noche,
que exista siempre aire entre nosotros,
siempre la alegría del quizá.

Déjame los ríos, el agua, el mar que rompe
ahora,
en medio de los dos
ese inmenso arrecife que recoge
aquel secreto nuestro desde ayer.

Déjame en tinieblas; el sol a ti, la luz.

Yo encierro tu destello en mi garganta.




Biografía fragmentada de Eugene O’Neill

A Nelly Donoso

I. Las Noches
Las botellas enfilan hacia el muro
donde tu hermano duerme:
En noches como ésta,
Eugene O’Neill corría
entre bares de New Orleáns.
En noches como ésta,
las botellas devuelven sus muertos
y un loro carraspea en el balcón.
La orquesta entera caía
por el abismo de los muebles,
mientras caían los discos,
mientras caía tu madre
en los sueños largos del opio.
James O’Neill no te creyó
cuando quisiste romper
el cordón de seda en las ventanas,
cuando viajaste en barcos carboneros,
cuando aprendiste el español
del “buenos días”:
-Convéncete tú mismo:
no hay más vida que en las noches
donde se ahorcan los curas,
los niños,
los poetas.3
Y tú quisiste abrir en las calderas
un hueco donde esconder al Conde de Montecristo,
donde morder el soliloquio del fuego
y adivinar familias felices
en la costa de Nueva Inglaterra



(Del libro Lázaro siempre llora. Santiago de Chile, 1985) 


XVII
SOY EL LÁZARO QUE AL FIN HALLÓ TU FRENTE
Soy la patria desde el sol que no me mira

Me levanto desde el norte hasta la sombra
que agita cementerios y planetas
me arrepiento de vivirme sin tenerte
desde el día que miré mi espejo roto

(Mi Dios ya no podrá soñar conmigo
mi voz descubre el mar y todo el mundo
Con mi nombre se construye cada estrella
La pampa se ilumina con mi paso)

No recuerdo un solo día sin nombrarte
mi herida mi muerta mi lejana
Ya no puedo regresar al viejo cuerpo

SOY EL NUEVO CIUDADANO DE LA MUERTE
Soy la patria del dolor y su cuchillo


DEL LIBRO INÉDITO

"DESOLACIÓN DE LAS CIUDADES"

 

III

Esta ciudad se alegra en su desgracia cierta,
esta ciudad se viste en medio del desierto,
esta ciudad se cubre los ojos y enmudece
cuando los pájaros emprenden su vuelo a la deriva.

Recrea carnavales, despierta a los difuntos,
describe dos mil saltos sobre las cordilleras.

Esta ciudad agónica de ritmos que no baila
y de frases aprendidas en una lengua muerta.

¿Tendrá un final feliz, habrá de recordar
el tacto de los árboles, el fresco olor a noche?

Parece que se ha muerto esta ciudad alegre.

Parece que no existe esta ciudad ajena.

Parece que recuerda sus años más secretos
y cierra ya sus muros en una mueca insomne.


http://www.artepoetica.net/Andres_Morales.pdf

http://paginadeandresmorales.blogspot.com/2011/02/danza-macabra-poema-de-andres-morales_20.html