miércoles, 10 de noviembre de 2010

Talismán

El talismán de mi cuello dejó caer su compromiso.
No tendré la estreñida mariposa
que me ha zumbado al oído,

la pólvora trituró sus alas
y al cielo se fue volando
la rudimentaria habitación 
                                       donde vivía encinta.  

Qué mezquindad no saber donde puedo encender
el pastel de cumpleaños, 
dónde, a la deriva, correr 
                                         hasta la limosna,

dulce la noche
                              de la inicial

               y ningún estrago logró
enterrar el cuerpo,

pues el trasiego de la ciudad impidió
la convulsión de mi vientre,

y yo no encuentro un recodo oculto
donde dejar la estrafalaria vestimenta
ensangrada,

sin sermones,
sin muletas,

camino hace años
                      en la ciudad espeluznante.