lunes, 27 de diciembre de 2010

Tedio de Ana Rosa Bustamante M.

Despertó de las miasmas
de estrangulados cisnes,


donde reposan los crepúsculos
descoloridos, 

extraviado en la página
arrugada,
en la vieja esquina.


Ella erguida,
su  pupila bisoja 
la lujuria,

sin embargo,

lo  incitó a esconderse
de la turba

estridente
para amarla.


              II

Si fuera un seño negro,  
un grito royendo bajo una escala,


y morir de un golpe,
funambulando a la vera del abismo,


tragaría esa crisálida aromosa,
                           amorosa y
                                         demorosa,
de su adiós,

la ama de la estrella,

más la ama
lejana 
como una ciudad


con otro idioma.


               III

¡Oh, si fuera un sueño ¡

Hasta cuándo su silencio
diluye aceite entre sus huesos,
y no  desarma este universo
a  tiempo,

empañar el vidrio donde asoma
que un invierno más congelará
las letras que anuncian los disturbios, 
las monedas amanecidas
sobre las palmas
luego estarán frías. 

Las aguas turbias,
agitan
sus frágiles hojas,
en un río,

arboleda
sombría,

que  abren
las puertas

donde ya no está.

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