martes, 16 de noviembre de 2010

El sollozo de Job

Adhiere la muralla a mi espalda
que la quema 
y la muchedumbre, 


sus escofinas,
sus martillos,
escafandras,

los escudos,
sus útiles de trabajo
van arrancándome los ojos 


y rebotan por las aceras,

mi nariz sangra lejos y mis labios deshilachados
mascullan dolorosamente,

apenas los oigo,

no logro encontrar mis dedos
no puedo persignarme,
mis pezones rotos
secretan agrio su calostro,   

todo ha sido arrancado de raíz
y mi esencia me busca,
 me pregunta
¿cuál es la zanja que nos corresponde?

y yo  digo es el sollozo de Job,

su esforzada sonrisa.

Hoy no necesito calor,
sino un témpano
un témpano 
para el dolor.

Tiento, 
busco mis órganos esparcidos
y palpo  pedazos,
                    tiento mutilados,
                                  tiento  hijos solos,

desesperada voy clavando  sombras
para mis ojos.

1 comentario:

  1. ¡Excelente! Ana Rosa. Desolación y abatimiento absoluto, "Miserere", genial correspondencia con la historia de Job. Me abrió al sufrimiento de tantos pueblos: Haití, Sahara Occidental... El grito desesperado de tantas madres. Y el silencio del mundo.

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