jueves, 30 de diciembre de 2010

ENRIQUE VALDÉS G.




SUR-PATAGONIA : POESÍA97 lectores(as) en línea16 de noviembre de 2010





Enrique Valdés: Doy por terminado el giro de mi negocio
Enrique Valdés


Los textos siguientes están incluidos en Materia en Tránsito. Osorno: Editorial de la Universidad de Los Lagos, 1998. Sin embargo, originalmente corresponden a textos de Permanencias (Edit. Mimbre Trilce, Valdivia, 1968), de Avisos Luminosos (1986) y muchos textos escritos en Illinois (1988-1995)




DISPOSICIONES




Doy por terminado el giro de mi negocio.
No sirvió para nada.
Doy por perdidas las ganancias,
si es que las hubo.
Doy por curadas todas las heridas.
No debo un cobre a nadie.
Renuncio a mi mujer y a mis hijos
Y al amor que alguna vez alguien me tuvo.
Me doy por jubilado de la música
y de la literatura.


Y escojo mi cementerio
en las apacibles llanuras
de la universidad.






GEOGRAFíA


Ese pedazo de tierra largo y estrecho
que ves allí,
es Chile, mi país.


Estuve allí por mucho tiempo y me fui.
Cambié mi corazón por una casa,
una estrella por cincuenta y nueve veces
una sola.
No extraño a nadie, como nadie me extraña.
Pero a veces, el olor de una manzana
o de un vaso de vino
me revuelve el estómago, me devuelve
a ese pedazo de tierra negra que ves allí.


No pudieron matarme
pero un golpe artero de yatagán
tocó la célula y la hirió.
No vuelo ahora. Me arrastro como los felinos.
Y hablo a media voz. Escribo
cartas que no tienen respuesta. Pero a veces
cuando miro estos mapas
se me sube la orina a la garganta.






COMPARACIONES


Cuando uno está cansado se recuesta en la tierra
y ve pasar las nubes
entre el cielo y los árboles.


Cuando uno tiene prisa monta un caballo
y atraviesa el polvo y las praderas.
Cuando uno está perdido
escucha el canto de los pájaros
y calcula la hora, el tiempo, las distancias...


Cuando uno está con hambre
se detiene en la casa del vecino
toca la puerta y entra y allí está la comida.


Cuando uno está muy lejos
en su pedazo de universo ajeno,
se revuelca en la tierra,
acude a todos los teléfonos,
toca innumerables puertas,
mira el agua que pasa:
Y se ahoga.






MARCHA FÚNEBRE


Para Rolando Cárdenas
Un amigo mío acaba de morir
estoy casi seguro.
De otro modo no entiendo
por qué esta música de Beethoven
se instala entre mis cosas
como en su propia casa.


Todo lo Heroico, lo grande, lo epopéyico
de la Tercera Sinfonía cuya dedicatoria
bien borrada, celebra la victoria
de "un gran hombre": buena parte.
Váyase usted con esta música a otra parte,
don Lucho. Alguien se muere en esta hora
en Chile, ahora mismo y yo no sé quién es.
Dígame usted que llora y se lamenta por él,
quién es, qué ha hecho, donde lo han matado
qué hacía, cómo se llamaba para enviar
una nota de pésame a la familia, estoy tan lejos
no sé nada de nadie y es posible
que sea mi madre. Está vieja la pobre
sin cuerpo y sin memoria. Para qué le servía
sin un buen recuerdo que conservar, es mejor
el olvido o la sin memoria.


Alguien a quien yo amaba ha muerto
Y usted canta por él mientras cocino
mi pedazo de carne
mi pollo, mi tostada.






NIEVE


También aquellos árboles se cubrían de hielo
y colgaban desde el alero de la casa
las agujas del agua congelada.
Y caían las ramas de los árboles en el dorso
de los animales.
A los días del sol tibio
usurpaba la nieva el espacio olvidado
y morían los pájaros en medio de la noche.
También nos refugiábamos en torno a cualquier cosa:
un leño encendido o el regazo difuminado de la madre.


Ahora cae la nieve sobre Urbana-Champaign
Y yo no sé si estoy aquí o allá: en el fondo de un mar
lleno de ramajes extraños y formas indescifrables.
También pensábamos en un mundo invisible:
éste quizás, el que ahora trae el hielo y derriba los árboles.
Pero la casa de entonces está sepultada bajo la nieve
como los cuerpos de mis antepasados.
Y no es el mar el que veo, sino lo que deseo ver:
una parte de mí, perdida entre la nieve.






MUERTE POR CÓLERA


Lechuga amarga
regada con mi propia mierda.
Eso he comido aquí en Urbana-Champaign
cuando venía huyendo de la cólera.


Fruta podrida, vegetal envenenado
por las aguas sucias del viejo y nuevo mundo.
Aguas de alcantarillas bebieron nuestros cuerpos
y ahora huelen a estiércol y a humedades desconocidas.


Vegetales impuros, corroídos por el odio y la sal
por la lascivia
que trató de limpiar con semen
lo que estaba destruido.
Pero ya era tarde para la enfermedad,
ella estaba instalada en las costillas,
en el centro del corazón y en los riñones.
Se había extendido como crees que se esparce el amor.


Pero era agua servida, lechugas infectadas,
enfermedad mortal con que ahora deliro.






POÉTICA:LAS PALABRAS


He aquí el poema.
No tengo qué decir. No queda nada
en el vacío tintero del poeta.
He aquí que soy la jaula:
una armazón de sangre y huesos
y arterias recorridas por palabras.


Y son lo que ellas quieren
decir desde que existen,
con más edad que yo
con mucho más
s i g n i f i c a d o.


Me llevan este cuerpo
ausente de decires,
y soy lo que ellas mienten:
todas estas historias
mezcladas a mi historia,
y yo que nada tengo que decir
escribo sin saber si existe quien escribe
o son voces extrañas
las que roban mi ser.








HOMENAJE A RUBÉN DARÍO


Para Ivan A .Schulman
Como él
yo perseguí la belleza en una forma.
Como él, en una idea.
Y estamos locos y enfermos
de idea y forma
inencontrados.
La idea era la forma
de una mirada en el espejo,
en la profundidad del agua.
La forma era tu rostro
o la idea del rostro
reflejado.
¿Qué buscamos entonces
en días, años, luces
sombras?
Forma, mirada, idea
fugacidad de ríos y de rocas.
Como él
yo perseguí la luz.


Y era la sombra.






POESIA 1


En qué lugar de la memoria habitas
música, poesía. Ausencia
de lo que alguna vez tuvimos.
Pero no era verdad. Ahora
es la música quien te devuelve a esta página.
Poesía
que todo lo devuelves
al día siguiente
transformado en hálito de sombra,
en nebulosa.


POESIA 2


Estoy furioso conmigo mismo:
He perdido mis documentos y mis lentes.
No tengo ni siquiera una cerveza.
He cocinado un plato de lentejas buenas,
pero no tengo ganas de comérmelas.


Y no te llamo, ni me llamas.
Puta, infiel, cabrona
ingrata como siempre:
Poesía.






LIBROS


No tengo ningún libro
y es como si lo tuviera.
No tengo una mujer
y es como si la tuviera.
Perdí mis lentes y mis cigarrillos,
no quiero recordar la fecha de mi cumpleaños,
no llamo a nadie, ni me llaman.


Para colmo ha desaparecido
la radio FM donde escuchaba
alguna música buena.
Y me quedo en un silencio obligado
que es como si no existiera.
Escribo cartas, súplicas, ensayos,
trabajo una novela:
Y es como si no escribiera.






FINAL


La poesía dice ¿cómo estás?
Y abre la puerta.
La música pregunta ¿cómo estás?
Y abre la puerta.
Estoy sordo, apenas siento
el canto de los pájaros.


Tú dices cómo estás
y abres la puerta.
No quiero ver a nadie, estoy cansado


La muerte dice ¿cómo estás?
Y se cierra la puerta.






Los textos que vienen a continuación pertenecen exclusivamente a Materia en Tránsito (1996):




REGRESO A COYHAIQUE


Y ahora no te quejes
Te recibe tu tierra y su fragancia.
Vienen a esperarte tus hermanos al avión
Te llevan a la misma casa donde jugabas
Dormirás bajo los viejos árboles
que son el padre y son almohadas.


Hace frío es verdad. La cordillera
amanece con nieve.
Las nubes no dejar ver la luna nueva
Hay que sacar los guantes y la ropa gruesa
de los viejos baúles de la abuela.
De qué te quejas si lo tienes todo
El mismo barro en las cunetas
el rojo vivo de los ñires
el amarillo fuerte de los álamos
la tristeza feliz de tantas flores.


Esta es tu Patagonia de nostálgicas
cicatrices que dejaron huellas.
Pero es tu patria grande
tu morada
de todo lo que tienes y recuerdas.
Baja al arroyo donde te bañabas
con tu hermano menor
y donde transitaban las vecinas
en blanco delantal de colegialas.
Vuelve al rincón donde estudiabas
las partituras de músicas amables y mirabas
caer la noche en la ventana.


El tiempo ha podrido las maderas.
La madre más enferma.
Las desteñidas tablas te convidan.
La puerta te saluda y entras
a la cocina blanca donde antes
una mujer pequeña cocinaba.
La misma que ahora ya no sabe
a qué has venido, ni cómo te llamas.
Pero estás en tu suelo de fragancias
Lo demás es pasado. Y es nostalgia.






PACIENCIA


“Paciencia, coño, paciencia.” Silvio Rodríguez


Paciencia, coño, paciencia.
Ya pasó el medio siglo y tú como al principio
con las manos abiertas a la lluvia. Al corazón
oscuro de la tierra
que ahora te tiende su caricia de madre
Paciencia, coño, paciencia.
Si no tienes una mujer. Ni una casa.
Si todo lo que has amado lo has perdido
Si has olvidado los libros que has leído,
Si has dejado las cosas para tiempos mejores
Y ese maldito tiempo no ha llegado
sino para romperlo todo: flores y pájaros, quimeras,
Paciencia, es lo único que queda.


El invierno una vez más se retira.
La vida lentamente se recupera
El vaho se eleva desde los barbechos
que surcan el vientre reseco de la tierra.
Las flores crecen entre las piedras
Y hasta desde los cardos nacen flores moradas
como violetas o como espadas.
Paciencia, coño, Paciencia
Tendrás una casa pequeña
con vista a alguna cordillera. Allí vendrán
a pedirte amparo las gallinas
Las avutardas. Y ese corazón mojado
de espantapájaros, crecerá de una vez.
Y serás hombre, coño.








DESAYUNO ESCOLAR


Gracias mamá, papá
por éste, mi desayuno escolar.
Lo bebo a solas, mientras el sol
trae recuerdos de ríos y montañas.
He perdido mi bolsón y mis libros
sólo me queda una carpeta
con poemas dispersos sin firmar
y curriculum vitae para empapelar
las universidades y los servicios públicos
en busca de empleo.
La harina tostada se acabó,
también el pan y los cereales,
queda una cerveza y una botella de Santa Carolina
que pone sobre la mesa
el borroso recuerdo de la escuela
y la cesantía.






Los textos que siguen son de Avisos Luminosos. Santiago: LAR, 1986. La edición que se rescató es muy escasa, pues fue destruida, allanada y quemada, por la policía de la dictadura, la editorial donde se publicó, cuando el grueso de los ejemplares aún no habían sido retirados de sus bodegas. Parte de los poemas se recogen en Materia en Tránsito (1996)

1
Es verdad que conozco a fondo la música de Bach
Y leo a Baudelaire.
Pero dime, ¿de qué me sirve todo esto frente a ti
que cada día te liberas de mí
con tus mentiras?


2
He descubierto en qué consiste nuestro amor.
Pero enmudezco cuando voy a decírtelo.
Cuando te veo tan ansiosa por saberlo.


3
Crujen los árboles en el día de la tormenta.
Vuelan las flores y las hojas.
Los pájaros emigran a los lugares en que duermen.
Y yo me refugio en tu recuerdo.


4
Sentiré la ausencia de muchas cosas.
Y todo cuanto tengo
lo habré de echar de menos.
Me hará falta tu compasión:
Por eso te dejo definitivamente.


5
No volveré otra vez a mi pueblo del sur.
Me moriría de vergÜenza
y no sabría como actuar.
Allá conocen a la legua lo que uno calza.
Y se darán cuenta que estos años en la ciudad
me han hecho profundamente mal.


6
Vivan las revoluciones del siglo XX
-la sexual, la artística, la sicodélica-.
Obra entera de los marihuaneros,
a los que tanto despreciáis
porque no se cortan el pelo.


7
En algún lugar del cielo o de la tierra
será posible terminar con el hoy
y el ayer.
Con el mañana.
Y planear nuestra vida
según el impecable
sistema de los sueños.


8
Esta es la era de la píldora.
Con la que no soñaron las abuelas.
Ahora el sexo levanta su cabellera
Y el amor magnificado resucita.


9
No conmueve a nadie mi silencio.
Ni el silencio de nadie. Ni sus gritos.
Da lo mismo callar o gritar.
De qué me quejo.


10
Déjenme andar como yo quiero:
En cuatro patas o a tropezones por la calle.
Déjenme caminar a mi gusto
que es el modo de buscar lo que busco.


11
Tanto que queda por hacer y por decir
que opto por balbucear.


12
Observo en mí
una clara tendencia a la reducción.
Lo digo por mi piel.
Por mi esqueleto.
Y por estas palabras.


13
No hay nada que hacer.
El silencio es el único refugio
Digno del hombre.


14
Siempre volveremos a aquel pasaje de la Biblia
en que Jesús nos dice que valemos
mucho más que los animales y los pájaros.
Y da gusto creerlo.


15
Pido permiso para rehacer mi vida.
Admito que me he equivocado.
Que me salió el tiro por la culata.






CUADROS DE UNA EXPOSICIÓN


Bajo los frutos maduros de la casa escucho a Mussorsky.
El viejo borracho y loco al que tenían lástima
los sabios músicos de la Rusia Zarista.
Junto al rústico mesón bajo un ciruelo
está el taller donde se desnudan y se visten las modelos.
Espacio iluminado de aquel mismo jardín
donde saltan y ríen los gnomos,
entre las semillas dispersas y la vegetación
que se levanta a soto vocce,
como si se tratara de un taller
repleto de tierra de hojas y materia germinativa.


No sé si entrar por esta Puerta de Kiev
abierta por Ravel,
con campanas y latigazos que se elevan al cielo,
como el carozo de una ciruela
que la tierra bifurca y multiplica.
Yo quisiera ser ese viajero
que se diluye en medio de un salón de pinturas.
Ese viajero que sin moverse de su sitio
ha estado en todas partes tentando a la locura,
cultivando un jardín para sabios alucinados
por el amor o el dolor, que es su reverso.


Nunca estaremos más solos unos de otros.
Ni más acompañados que por este tranvía imaginario
que transita entre cuadros más reales que nosotros.
Nunca estaremos más solos unos de otros
que al lado de este poco de verdad y mentira
que nos trae la música.






LOS MUSICOS


Somos los últimos turistas.
Los rezagados veraneantes de mi país. Los únicos
que recorremos el norte de Chile
en un avión privado.
Y lo tomamos como si fuera un micro.


Aves inciertas y veloces
inundan el espacio en que intentamos cantar.
La gente cuelga en las murallas del pueblo
en que la música pareciera que sobra.
Los bañistas continúan en la arena
mirando las toninas
que surgen entre la espuma y el oleaje.
Como un pez sideral van mis aletas hacia el cielo
cubierto de gaviotas que emigran con la tarde.
El viejo Bach se ríe de nosotros
y de estos caballeros que llegan hasta el teatro
para vernos como aves de un zoológico.


Mientras tanto,
olvidamos lo que ocurre en el mundo.
No queremos saber de nuestras cosas.
Compramos el diario y lo leemos
como si fuera una página repleta de mentiras.






DOMINGO DEL QUE SE QUEDO


Heme aquí sol putrefacto, áspera tierra
vino amargo.
Mi corazón ya no llora. Se emborracha y canta.
Vivo entre criminales.
Y el sol es esta sangre
que me baña.
Estoy vivo aún, amigos. Escuchadme:
No he vendido a mi hermano
ni acusado al vecino.
Soy el músico que era: un pelotudo.
Y heme aquí con todo lo que tengo:
mi voz, mi casa y mi guitarra.
Y este país que odio hasta quererlo.
No me lo dio ni Frei ni Allende.
No me lo va a quitar la Junta Militar.

Soy una larva más del pudridero.
Pertenezco al Empleo Mínimo
de la Literatura.
Oh, sol mío. Huelo la mierda en todas partes
y no es suficiente este calor para ahuyentarla.
Pienso que debería estar en Singapur o en las Islas Canarias.
Y este poema podría ser peor firmado en el exilio.
Igual será un poema para ti:
Tierra en la que ya he muerto.






NAVIDAD


Cómete este Viejo Pascual de chocolate.
Empieza por las patas
y avanza lentamente hacia arriba.
Y máscale las bolitas hasta hacerlo llorar.
Para que en la próxima Navidad
no sea tan huevón como ahora,
Hijo mío.






ALMUERZO


Cada cual engulle en este espacio
su derecho a la vida.
Su porción indispensable de ácidos proteicos.
Cada uno escoge su lugar y se aísla.
Algunos en grupos agresivos y locuaces:
bailarines vestidos de payasos,
actores de melenas rizadas
y casacas de guerreros normandos.


Se traga con pasión el cálido alimento
se fuma lentamente.
Ninguna voz podría individualizarse
entre la marejada de los ruídos dispersos.


Cada cual engulle en este espacio
su derecho a estar solo.
Y a no desesperarse.






RECADO PARA MI PADRE


Me lo imagino a usted el año veintisiete,
poco después de la caída de Alessandri,
atravesando el Golfo Corcovado
en la bodega del Tenglo hacia el destierro.
Me lo imagino a usted confundido en la greda
oscura de los rostros del sur del continente.
Pescadores de Achao y Puerto Aguirre.
Esquiladores que no vuelven.
Hilanderas que tejen en sus telas
los sueños del Caleuche y de los duendes.
Ruge el calor en ese infierno.
La caldera es la boca de la muerte.
Y usted es el primero que se atreve:
"Perdón: hace calor en las Guaitecas;
si me permite, un trago nos refresca."
Y el huracán de la amistad, el viento
mordía la injusticia y el silencio.


Yo lo veré después en la escuela del Baker,
entre chupilca y leche la casa se levanta.
La madre y los hermanos abren el roble de la puerta
y el río nos acuna en un oleaje de fragancia.
"No he de volver" suspira con nostalgia.
Su barba entre la nieve es una manta blanca.
Quiere un vaso de chicha bien picante.
Un torontel bajo la verde patagua de la infancia.
Déjeme recibirlo en esta que es su casa
cuando llega mojado y casi muerto:
el percherón que iba a buscar la harina al pueblo
está sumido hasta la tusa en el pantano ajeno.
Y el vellón más manso del rebaño
ha caído rodando al ventisquero.


Baje, papá, descanse. Hay un pipeño
que hace años los espera en el ropero.
No hay mala suerte, dices, es solo el frío
que usted sacude en una y otra curadera.
Ha de morirse entre su propia siembra
de estrellas libres y de estrellas nuevas.
Mi madre enciende velas a sus santos.
San Sebastián entre sus flechas vuela
para que vuelva usted y no se pierda
con el hijo mayor que en la cantina
hace días que espera.
Y para que el Río Turbio nos devuelva
a Cirilo Silvestre en Nochebuena.
Oh raíz y madera de mi propia madera.
Ni Cirilo volvió, ni yo que era la vid
para exprimir el día de la muerte.
No fui raíz ni flor. Ni soy su mejor fruto.
Hijo no más de su madera ebria
de amor y de dolor: Semilla Negra.






Los poemas que siguen no han sido hasta ahora publicados en libros.




LECTURAS


Leo: En 1850 Robert Schuman escribió este único concierto
para violonchelo y orquesta, en la menor,
en uno de los cortos períodos de equilibrio en su vida.
Recuerdo la primera vez que lo escuché.
Allí estaba el hombre y su violonchelo,
prisionero de su instrumento. Desde ellos
emergían estrellas y relámpagos, lágrimas y suspiros, gemidos
y caricias hacia un cielo de lámparas.
Yo lo acompañaba desde mi atril de orquesta
siguiendo sus manos, sus quejidos y acaso su dolor.
Y veía a Clara Wieck y a Brahms y a Wagner
como si fueran viejos amigos en una fiesta un poco triste,
mientras el chelista entraba en el segundo movimiento
como si asistiera a su entierro, como si fuera
al patíbulo entre Dios y un verdugo.


¿Qué será de él ahora? ¿Tendrá los dedos con artritis
como yo? Tendrá el hígado graso, la barriga abultada?
O estará en el primer atril de una primera orquesta?
Será lo que será, pero aquí está su recuerdo,
mientras algo se va lejos de mí,
alejándote con cada letra mía, con cada nota de Robert Schuman
lejos, lejos, muy lejos
de este deteriorado violonchelo.






FLORES


Flores de interior en el marco de las ventanas
Unas marchitas y las otras próximas a fallecer
Ganchos calcinados de lo que ayer era belleza
pétalos deshojados sobre un cactus florido.
Mañana volverá el agua a las vasijas
La tierra resucitará con sus aceites
y la escondida belleza de los tubérculos
subirá otra vez hasta la luz
y colmará las vacías esferas.






PASTORAL


Estamos recostados bajo un roble encendido
por el abril que ha secado los ríos.
Los moscardones no tienen ninguna flor en la que entretenerse:
Hurgan entre la hierba y los calafates
A la espera de que algo surja desde la tierra.
Las aves de rapiña observan desde lejos
Convencidas de que algo pudiera ocurrir:
Un olvido, una muerte,
Cualquier desperdicio.






LA POCILGA


En esta pocilga pieza para dos
el agua no llega hasta el segundo piso.
Cuando llueve la recogemos desde las goteras
que caen sobre las almohadas de nuestro pobre amor,
como si quisieran regar las plantaciones extinguidas
en un jardín marchito por el frío.
Y no sabemos si este amor
sabrá triunfar sobre los desastres.






SOLO DE OBOE


El día de la música se ha enrolado en el de la poesía.
Jaime Sabines infiltrado entre estas amarillas partituras
como si fuera un violín o un oboe.


Mientras él canta yo leo con tu ausencia:
Los Amorosos están aquí, gimiendo
y reclamando su pedazo de pan
su mísero alimento. Y estas tristes palabras
de los poetas que lo han dicho todo,
menos el cariño que no se tiene a mano.
Y no su ritmo
y no su paz y no su amor diluido,
como un solo de oboe.


http://sergiomansilla.com/revista/patagonia/poesia/articulo_120.shtml


Estos poemas están en la página Patagonia de Sergio Mansilla y en cuyo libro  que dejó en mi poder autografiado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario