
Cuando era una niña en Antofagasta olía las algas en la arena blanca de la playa y una transparencia única del agua, y hoy punzan partículas blancas pegadas a la piel de mis piernas, recuerdo el sonido del mar porque mi casa estaba cerca y ahora cuando escucho la lluvia, huelo sombras transparentes con un rumor a pez de brumas.Curiosamente, hilo con el mar el cielo, hilo casas de alerces imbricadas de desiertos, espejismos en la ruta, bajo grisuras calientes, ruinas de Huanchacas que esconden torreones Canelos, las carpas de los Changos con territorios de araucarias y lengas.
Escribir lo que yace en ti en esta tierra, y tengas conciencia de qué quieres cambiar.
Ana Rosa Bustamante M.
Valdivia, sur de Chile
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